martes, 23 de julio de 2013

Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll

Escrito en 1865, Alicia en el País de las Maravillas es un clásico no sólo de la literatura juvenil, sino de la literatura en general. 

Popularizado por las decenas de versiones que de él se han llevado a cabo, el relato que el reverendo Charles Dodgson, verdadero nombre de Lewis Carrol, escribiera para la niña Alicia Liddell, de diez años, es un delicioso entramado de situaciones verosímiles y absurdas, metamorfosis insólitas de seres y ambientes, juegos con el lenguaje y con la lógica y asociaciones oníricas que hacen de él un libro inolvidable.


Tengo que reconocer que al leer “Alicia en el país de las maravillas” tenía unas expectativas bastante altas. Además, tenía el libro completamente idealizado, no porque sea un clásico, si no por la película de Disney, que vi cuando era pequeña y que me causó bastante impresión.

Me ha parecido que no era más que narración y diálogo, lo cual no daba opción a experimentar mucho. Así como la película me produjo muchísimos sentimientos, principalmente miedo (la reina de corazones, cortándole la cabeza a todo el mundo; el gato, que me parecía bastante maligno; la oruga, con sus consejos…) el relato no me ha transmitido nada. La diferencia se aprecia sobretodo en la reina, que me causaba auténtico pavor (secreto vergonzoso: no quise ver la película de nuevo por el miedo que me daba), en el libro solo parecía un poco loca y nadie le hacía mucho caso.

Un detalle que parecerá una tontería, pero que me ha decepcionado bastante, es que en la hora del té con el sombrero loco y la Liebre de Marzo, el <no cumpleaños> no se menciona, ¡es una invención de Disney! La verdad, es que me hacía mucha gracia de pequeña y me ha extrañado que no apareciese.

Otra cosa que Disney me ha arruinado, es que lo que más debería sorprender de este libro es la imaginación del escritor (jugar al croquet con flamencos como palos, pintar las rosas para que sean rojas, una oruga que fuma…), y cómo es algo que ya daba por hecho, no lo he llegado a apreciar cómo debería.

¡Cuidado contiene spoilers! En cuanto al final, Lewis Carroll debería de haber dado pie a creer que algo de eso había pasado, decepciona un poco que todo sea un sueño después de tanto embrollo. Incluso dejándolo como un sueño, en mi opinión podría haber dejado la duda de si algo de eso había llegado a pasar, por ejemplo dejando que Alicia despierte y que tenga algo en la mano (una taza del té, el reloj del conejo…), o simplemente que le parezca ver a uno de los personajes (el Conejo Blanco, la sonrisa del Gato de Cheshire…). ¡Fin de spoilers!

A pesar de todo me alegro de haberlo leído, ya que quería comprobar por mi misma la diferencia entre la peli y el libro, y porque hay tres cosas que han hecho que merezca la pena:

  •  La inocencia y sinceridad de un niño han quedado bastante bien reflejadas en Alicia; su forma de reaccionar, de pensar, de actuar…, cuando corrige la educación de algunos de los personajes y cuando utiliza lo que aprende en el colegio a cada oportunidad que tiene.

    • Un extracto que me ha encantado:
    “–Entonces debes decir lo que piensas–siguió la Liebre de Marzo
    – Ya lo hago –se apresuró a replicar Alicia–. O… al menos pienso lo que digo… Viene a ser lo mismo, ¿no?
    – ¿Lo mismo? ¡De ninguna manera! –dijo el Sombrerero –. ¡En tal caso sería lo mismo decir <<veo lo que como>> que <<como lo que veo>>!
    – ¡Y sería lo mismo decir –añadió la Liebre de Marzo – <<me gusta lo que tengo>> que <<tengo lo que me gusta>>!
    – ¡Y sería lo mismo decir –añadió el Lirón, que parecía hablar en medio de sus sueños– <<respiro cuando duermo>> que <<duermo cuando respiro>>!
    –Es lo mismo en tu caso–dijo el Sombrerero.”

    La diferencia entre lo subrayado, hay gente que no la tiene clara.

    • Y la discusión que tienen el verdugo, el rey y la reina, sobre si se le podía cortar la cabeza al gato si no tenía cuerpo:
    “La teoría del verdugo era que resultaba imposible cortar una cabeza si no había cuerpo del que cortarla.
    (…)
    La teoría del Rey era que todo lo que tenía cabeza podía ser decapitado (…)”

    Me ha hecho reflexionar sobre si realmente se le puede quitar algo a alguien que no tiene conciencia de tenerlo, si se puede perder algo que nunca has encontrado, si uno puede sentir dolor si nunca ha sido feliz… ya paro de filosofear ;)


    En conclusión, este libro no me ha parecido en absoluto una pérdida de tiempo y estoy contenta de haberlo  leído por fin. Sin embargo, de no haber visto la película, lo hubiese disfrutado mucho más.





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